versión impresa ISSN 0026-1742
Rev. Fac. Med.
(Méx.) vol.56 no.4 México jul./ago. 2013
Sleep Neurobiology and its
importance: Anthology for the university student
a División de Rehabilitación Neurológica.
Instituto Nacional de Rehabilitación. México, DF.
b Programa de Alta Exigencia Académica (PAEA).
Facultad de Medicina. UNAM.
c Facultad de Medicina. UNAM.
Correo electrónico: neuropolaco@yahoo.com.mx
Recibido: 09-agosto-2012.
Aceptado: 08-marzo-2013.
Resumen
El sueño es un proceso fisiológico
fascinante, sólo recientemente algunos de los misterios acerca de su origen,
fisiología y funciones biológicas han sido esclarecidos, sin embargo, aún falta
mucho por estudiar. La investigación sobre la biología del sueño y sobre los
efectos clínicos de sus trastornos cada vez deja más en claro que el sueño es
un proceso de vital importancia para la salud integral del ser humano. Sin
embargo, según algunos estudios, la tendencia en la población mundial es hacía
la reducción del tiempo total de sueño, lo cual se ha reflejado en el
incremento en la incidencia de trastornos del sueño. En este sentido, la
población joven es especialmente proclive a desarrollar trastornos del sueño
principalmente debido a factores externos (sociales y ambientales) y a
distintos hábitos que pueden afectar su calidad (consumo de alcohol, tabaco,
cafeína, etc.). Este artículo pretende realizar una revisión actualizada acerca
de la neurobiología del sueño y de aspectos del sueño que resultan de interés
práctico para el estudiante universitario, como el papel del sueño en el
proceso de aprendizaje y memoria, así como los efectos que ejercen distintas
sustancias de uso común en este grupo de población sobre el proceso de sueño, y
finalmente con énfasis en la importancia de una adecuada higiene del sueño para
la salud integral del individuo.
Palabras clave: Sueño, memoria, jóvenes, alcohol, tabaco.
Abstract
Sleep is a
fascinating physiological process, only recently some of the mysteries about
its origin, physiology and biological functions have been clarified; however,
much remains to be studied. Research on sleep biology and the clinical
consequences of sleep disorders has made clear that sleep is a vital process
for the full health of human beings. Nevertheless, according to some studies,
worldwide population tends to reduce total sleep time, which is reflected in
the increasing incidence of sleep disorders. In this sense, young people are
particularly prone to the development of sleep disorders, mainly due to
external factors (social and environmental), and other habits that can
influence the quality of sleep (alcohol, tobacco, caffeine, etc.). This article
aims at providing an updated review about sleep neurobiology and related
aspects of practical interest for university students, such as: the role of
sleep in learning and memory processes, as well as the effects produced by
several substances, commonly used in this population, on the sleep process;
finally emphasizing the importance of appropriate sleep hygiene practices for
human health.
Key words: Sleep, memory, young people, alcohol,
tobacco.
INTRODUCCIÓN
El sueño es un fenómeno que siempre ha
provocado profunda fascinación en el ser humano. Debido a que sólo
recientemente se han comenzado a entender sus mecanismos fisiológicos y su
sustrato neuroanatómico, constantemente ha estado envuelto en el misterio, las
controversias y las especulaciones. El sueño no sólo es un fenómeno normal,
sino que en la actualidad es considerado como un proceso fisiológico de vital
importancia para la salud integral de los seres humanos1. En este
sentido, es una creencia muy difundida que todos los seres vivos duermen, sin
embargo, dicha aseveración no es del todo correcta. Conforme descendemos en la
escala evolutiva resulta más complicado definir el concepto de
"sueño", ya que muchos organismos exhiben periodos de disminución de
la actividad o de reducción de la respuesta a estímulos externos (insectos,
peces, reptiles, aves, mamíferos, etc.), pero las características, la duración
y las funciones de este periodo de "sueño" son muy diferentes entre
las distintas especies. Además es importante mencionar que sólo una minoría de
especies han sido formalmente estudiadas respecto a su proceso de sueño, de
manera que aún no puede asegurarse nada al respecto2.
¿QUÉ ES EL SUEÑO?
Al intentar definir el sueño no podemos
evitar imprimirle nuestra experiencia humana, pero como hemos mencionado
anteriormente, las características del sueño varían enormemente entre las
diferentes especies. Resulta más sencillo enumerar las características
conductuales que se asocian con el sueño en el ser humano que quizá definirlo
apropiadamente de una forma más amplia: 1) disminución de la conciencia y
reactividad a los estímulos externos, 2) se trata de proceso fácilmente
reversibles (lo cual lo diferencia de otros estados patológicos como el estupor
y el coma), 3) se asocia a inmovilidad y relajación muscular, 4) suele
presentarse con una periodicidad circadiana (diaria), 5) durante el sueño los
individuos adquieren una postura estereotipada, y 6) la ausencia de sueño
(privación), induce distintas alteraciones conductuales y fisiológicas, además
de que genera una "deuda" acumulativa de sueño que eventualmente
deberá recuperarse3.
¿POR QUÉ DORMIMOS?
¿CUÁL ES EL SUSTRATO ANATÓMICO DEL SUEÑO?
De forma general mencionaremos que
desde el punto de vista funcional se conceptualiza que en la regulación global
del sueño participan tres subsistemas anatómico-funcionales: 1) un sistema
homeostático que regula la duración, la cantidad y la profundidad del sueño, en
este sistema se ha involucrado especialmente el área preóptica de hipotálamo,
2) un sistema responsable de la alternancia cíclica entre el sueño REM y no REM
que ocurre en cada episodio de sueño, en el que se ha involucrado
primordialmente al tallo cerebral rostral, y 3) un sistema circadiano que
regula el momento en el que ocurre el sueño y el estado de alerta, en el cual
se ha involucrado el hipotálamo anterior5 (figura 1). Así mismo, se ha
demostrado que paralelamente a la participación de distintas estructuras
cerebrales, también diferentes neurotransmisores participan en las fases del
sueño y vigilia (tabla 1).
¿CUÁLES SON LAS FASES DEL SUEÑO?
Una herramienta tecnológica que ha sido
de vital importancia para el estudio de la fisiología del sueño es el
electroencefalograma (EEG). De forma muy simplificada, el EEG es el la
representación gráfica y digital de las oscilaciones que muestra la actividad
eléctrica del cerebro, al ser registrada mediante electrodos colocados encima
de la piel cabelluda en distintas regiones de la cabeza.
Durante el estado de alerta, mientras
se mantienen los ojos cerrados, en el EEG se observan oscilaciones de la
actividad eléctrica que suelen encontrarse entre 8-13 ciclos por segundo (Hz),
principalmente a nivel de las regiones occipitales (ritmo alfa). Durante el
sueño ocurren cambios característicos de la actividad eléctrica cerebral que
son la base para dividir el sueño en varias fases. El sueño suele dividirse en
dos grandes fases que, de forma normal, ocurren siempre en la misma sucesión:
todo episodio de sueño comienza con el llamado sueño sin movimientos oculares
rápidos (No MOR), que tiene varias fases, y después pasa al sueño con
movimientos oculares rápidos (MOR). La nomenclatura acerca de las fases del
sueño ha sido recientemente modificada por la Academia Americana de Medicina
del Sueño (2007)6. Quedó de la siguiente manera:
• Sueño
No MOR. Fase 1 (ahora denominada N1): esta fase
corresponde con la somnolencia o el inicio del sueño ligero, en ella es muy
fácil despertarse, la actividad muscular disminuye paulatinamente y pueden
observarse algunas breves sacudidas musculares súbitas que a veces coinciden
con una sensación de caída (mioclonías hípnicas), en el EEG se observa
actividad de frecuencias mezcladas pero de bajo voltaje y algunas ondas agudas
(ondas agudas del vértex). Fase 2 (ahora denominada N2): en el
EEG se caracteriza por que aparecen patrones específicos de actividad cerebral
llamados husos de sueño y complejos K; físicamente
la temperatura, la frecuencia cardiaca y respiratoria comienzan a disminuir
paulatinamente. Fases 3 y 4 o sueño de ondas lentas (en
conjunto llamadas fase N3): esta es la fase de sueño No MOR más profunda, y en
el EEG se observa actividad de frecuencia muy lenta (< 2 Hz).7
• Sueño MOR. Ahora es llamado fase R y se
caracteriza por la presencia de movimientos oculares rápidos; físicamente el
tono de todos los músculos disminuye (con excepción de los músculos
respiratorios y los esfínteres vesical y anal), así mismo la frecuencia
cardiaca y respiratoria se vuelve irregular e incluso puede incrementarse y
existe erección espontánea del pene o del clítoris. Durante el sueño MOR se
producen la mayoría de las ensoñaciones (lo que conocemos coloquialmente como
sueños), y la mayoría de los pacientes que despiertan durante esta fase suelen
recordar vívidamente el contenido de sus ensoñaciones7.
Un adulto joven pasa aproximadamente
entre 70-100 min en el sueño no MOR para después entrar al sueño MOR, el cual
puede durar entre 5-30 min, y este ciclo se repite cada hora y media durante
toda la noche de sueño. Por lo tanto, a lo largo de la noche pueden presentarse
normalmente entre 4 y 6 ciclos de sueño MOR (figura 2).
¿CUÁL ES LA PARTICIPACIÓN DEL SUEÑO EN
EL APRENDIZAJE Y LA MEMORIA?
Desde principios del siglo XX algunos
investigadores ya habían demostrado que la retención de la memoria era mucho
mejor después de una noche de sueño que después de un intervalo de descanso
similar manteniéndose alerta. Sin embargo, en esta época se pensó que el efecto
positivo observado era en realidad inespecífico, por lo que no llevó a concluir
que en realidad el sueño en sí mismo pudiera tener un papel en el proceso de
aprendizaje y memoria. En la actualidad diversos estudios tanto experimentales
como clínicos han demostrado que el sueño tiene efectos positivos sobre
distintos tipos de memoria (figura 3)4,8.
De todos los sistemas de memoria antes
expuestos, la evidencia más consistente respecto al efecto positivo del sueño
se ha observado en 2 tipos de memoria: la memoria declarativa (memoria
que es fácilmente expresada verbalmente: información de hechos y eventos), y la memoria
procedimental (memoria acerca de habilidades y destrezas motoras).
Hasta el momento prácticamente no existe ninguna evidencia que sugiera lo
contrario (es decir, que el sueño favorezca el olvido o la alteración de la
memoria previa)4.
Hacer una descripción exhaustiva de toda la evidencia que existe acerca el efecto del sueño sobre la memoria trasciende al objetivo del presente artículo, pero a continuación señalaremos algunas cuestiones relevantes.
Hacer una descripción exhaustiva de toda la evidencia que existe acerca el efecto del sueño sobre la memoria trasciende al objetivo del presente artículo, pero a continuación señalaremos algunas cuestiones relevantes.
¿CUÁNTO TIEMPO DEBO DORMIR PARA QUE EL
SUEÑO BENEFICIE A LA MEMORIA?
Sorprendentemente algunos estudios
sugieren que la duración del sueño parece no tener relación con el efecto
positivo sobre la memoria, ya que se demostró que incluso brevísimos periodos
de sueño (o siestas) de hasta 6 minutos de duración son capaces de provocar una
mejoría significativa en la retención de información. Sin embargo, también es
prudente señalar que una mayor duración del sueño se asocia con una mejor
retención de la información al compararlo con un periodo más breve de sueño. El
tiempo entre el aprendizaje y el periodo de sueño también parece influir sobre
el resultado en la memoria, algunos estudios sugieren que un intervalo corto (3
horas) entre el aprendizaje y el sueño parece ser mejor que un intervalo más
largo (10 horas).9
¿QUÉ FASE DE SUEÑO ES LA MÁS IMPORTANTE
PARA LA MEMORIA?
Evidencias experimentales y clínicas
sugieren que el sueño No MOR principalmente favorece la consolidación de la
memoria declarativa (dependiente de la participación del hipocampo), mientras
que el sueño MOR parece favorecer la consolidación de la memoria procedimental
(independiente del hipocampo)4. Sin embargo, también existe
evidencia que sugiere que este efecto es independiente de la fase de sueño y el
tipo de memoria4. De forma interesante un estudio reciente sugiere
que el rendimiento de la memoria declarativa se correlaciona con la cantidad de
husos de sueño que se presentan en la fase N2 del sueño No MOR10.
¿CÓMO FAVORECE EL SUEÑO A LOS PROCESOS DE MEMORIA?
La forma en la que participa el sueño
promoviendo la consolidación de la memoria no se conoce con
precisión (consolidación en este contexto se conceptualiza
como el proceso mediante el cual la información de corto plazo lábil y
limitada pasa a convertirse en información de largo plazo más resistente e
ilimitada. Sin embargo, la observación de que las mismas áreas cerebrales que
se ven activadas durante el aprendizaje de una tarea son nuevamente activadas
durante el sueño (principalmente durante el sueño No MOR) e incluso siguiendo
la misma secuencia de activación, ha llevado a proponer que durante el sueño se
realiza una recapitulación o reactivación de la información previamente
aprendida, con lo cual se favorece la consolidación11. En apoyo a
esta hipótesis se ha demostrado que la reactivación de la memoria durante el
sueño No-MOR a través de la exposición a estímulos aromáticos que previamente
se habían presentado durante aprendizaje mejora significativamente el recuerdo
de la misma, además de que la hace más resistente a la interferencia12.
¿EL EFECTO POSITIVO DEL SUEÑO SOBRE LA
MEMORIA ES IGUAL A CUALQUIER EDAD?
La mayor parte de los estudios sobre
sueño y memoria han sido realizados en adultos, pero algunos estudios
realizados en niños, ancianos y adolescentes parecen comprobar el mismo efecto
positivo del sueño sobre la memoria. Sin embargo, estudios en pacientes
ancianos sugieren que los efectos positivos del sueño sobre la memoria
procedimental disminuyen con la edad mientras que permanecen sin cambios para
la memoria declarativa, además de que estos pacientes parecen resultar más
resistentes a los efectos deletéreos que ejercen la privación y fragmentación
del sueño sobre la memoria13. En otro estudio se demostró que el
sueño no sólo tiene un efecto sobre la información aprendida previamente sino
que también mejora las capacidades de aprendizaje durante el día siguiente al
periodo de sueño, en otras palabras el sueño previo también mejora las
habilidades diurnas de aprendizaje del día siguiente13 (quizá
esta evidencia apoye la recomendación generalizada que hacen padres y
profesores a los estudiantes a cerca de dormir bien antes de un examen...).
¿EL PROCESO DE APRENDIZAJE Y MEMORIA SE
PUEDE AFECTAR POR NO DORMIR BIEN?
Primero, vale la pena señalar que
existen diversas formas de pérdida de sueño: a) la privación de sueño, que
quiere decir la suspensión total del sueño por un periodo (> 24 h), b) la
restricción del sueño, que significa una disminución del tiempo habitual de
sueño, generalmente de forma crónica, y c) la fragmentación del sueño, que
significa la interrupción repetida (despertares) de la continuidad del sueño14.
Todos estos tipos de alteraciones del sueño han demostrado afectar distintas
funciones cognitivas y variedades de memoria en mayor o menor grado (tabla 2). La modalidad de alteración del sueño
que más se ha estudiado es la privación total del sueño, sin embargo, en la
práctica clínica la restricción crónica del sueño así como su fragmentación son
las formas más comunes14.
http://www.scielo.org.mx/img/revistas/facmed/v56n4/a2t2,jpg.
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Aún en la actualidad existe debate
acerca de si las distintas alteraciones del sueño inducen también efectos
diferentes sobre la cognición en general y sobre la memoria en particular. De
forma general se puede decir que todas las alteraciones del sueño parecen
afectar el rendimiento en distintas tareas cognitivas de una forma equivalente
dependiendo de la cronicidad de la alteración y la cantidad de "deuda de
sueño"14. Por ejemplo, en el estudio llevado a cabo por Van
Dongen y cols. (2003) se demostró que el deterioro en el desempeño cognitivo
que mostraban pacientes sometidos a restricción de 4 h de sueño durante 14 días
era equivalente al que mostraban pacientes sometidos a privación total de sueño
durante 72 horas15. De forma interesante los estudios realizados
parecen indicar que las privaciones crónicas del sueño, suelen cursar con
cierto nivel de adaptación, ya que los pacientes paulatinamente tienden a
referir menos fatiga, somnolencia o alteraciones del humor que con la privación
aguda del sueño, sin embargo, a pesar de esta aparente "adaptación" a
los efectos negativos del sueño, las alteraciones del rendimiento cognitivo
continúan aumentando con la cronicidad del trastorno del sueño14.
El mecanismo mediante el cual la falta
de sueño afecta a los procesos cognitivos no se conoce exactamente, aunque se
ha sugerido que las hormonas de estrés que se secretan como producto de la
falta de sueño pueden afectar la fisiología neuronal y contribuir así al
deterioro de las funciones cognitivas. Recientemente también se ha demostrado
que incluso periodos cortos de falta de sueño (< 24 h) afectan
significativamente laneurogénesis (la formación de neuronas maduras
a partir de células precursoras en el cerebro adulto) a nivel de giro dentado
del hipocampo, lo cual también puede contribuir a los efectos cognitivos
deletéreos de la falta de sueño16.
SUEÑO Y ALCOHOL
Aunque la farmacología del alcohol es
compleja, en general puede considerarse como un depresor del sistema nervioso
central. Se ha demostrado que inhibe o disminuye la actividad de los receptores
glutamatérgicos de tipo NMDA y los canales de calcio tipo L, mientras que aumenta
la actividad de los receptores GABAA, los de glicina y los
receptores serotoninérgicos de tipo 5HT317.
El alcohol por sus efectos relajantes y
sedantes con frecuencia es utilizado por las personas como un hipnótico
(sustancia que favorece o induce sueño) muy accesible e inocuo. Sin embargo, la
mayor parte de los estudios clínicos han demostrado que el consumo de alcohol
en realidad se relaciona con una menor duración del sueño e incluso con
trastornos del mismo. Por ejemplo, en un estudio se demostró que un mayor
consumo de alcohol (7-14 copas a la semana) disminuye significativamente la
duración del sueño (< 6 h).
Por otra parte, estudios en pacientes
alcohólicos han demostrado que, tanto en los periodos de consumo como en los de
abstinencia, tienen una elevada frecuencia de trastornos del sueño que van
desde el insomnio hasta la apnea del sueño; es importante señalar que en estos
pacientes los trastornos del sueño pueden persistir hasta 3 años después de
haber suspendido el consumo de alcohol, además de que la presencia de
trastornos del sueño se relaciona fuertemente con el desarrollo de depresión y
de recaídas en el consumo de esta sustancia. Un estudio reciente confirmó el
efecto negativo del alcohol sobre la duración total del sueño, pero además demostró
que incluso si se consumen dosis bajas de alcohol (< 80 ml) durante la noche
puede existir un efecto de "rebote" con un incremento del estado
alerta en la segunda mitad de la noche, fragmentación del sueño, así como un
incremento de la fatiga diurna18. Toda esta evidencia apoya
fuertemente la recomendación de que el alcohol no debe ser usado como un
hipnótico cotidiano, y que el abuso en el consumo de alcohol incrementa
significativamente la frecuencia de trastornos del sueño incluso a largo plazo.
SUEÑO, CAFÉ Y BEBIDAS
"ENERGÉTICAS"
La cafeína es un alcaloide de origen
vegetal del grupo de las xantinas que está presente en diversas bebidas de
consumo humano habitual como el café, el té y el chocolate. La cafeína, que
puede considerase como el principal ingrediente activo del café tiene efectos
en el sistema nervioso central, en donde actúa bloqueando los receptores A1 y
A2a de adenosina, provocando a su vez un incremento de las concentraciones
cerebrales de dopamina, noradrenalina y serotonina19. El consumo de
cafeína en bebidas está ampliamente difundido a nivel mundial y goza de una
gran popularidad debido a los efectos positivos con los que se asocia su
consumo moderado: mejora el estado subjetivo de alerta, reduce los tiempos de
reacción, así como disminuye la fatiga y la somnolencia durante el día20.
Múltiples estudios se han realizado tanto a nivel experimental como clínico
para establecer si la cafeína realmente tiene un efecto estimulante sobre
algunas funciones cognitivas, pero hasta el momento la evidencia continua
siendo contradictoria, en el mejor de los casos se ha demostrado que puede
mejorar la memoria verbal y las habilidades visuomotoras, quizá mediante sus
efectos sobre el estado de alerta, la atención y la velocidad de reacción20.
Respecto al sueño, está bien
establecido que la cafeína aumenta la latencia del sueño, disminuye su duración
total, aumenta la actividad motora durante éste, disminuye su consolidación y
reduce la duración del sueño de ondas lentas sin afectar el sueño MOR19.
Es importante señalar que todos estos efectos ocurren sobre todo en pacientes
que consumen cafeína horas antes de dormir, mientras que los pacientes con
consumo habitual diurno parecen no tener efectos significativos sobre el sueño,
quizá por un efecto de tolerancia paulatina a la cafeína19. La
mayoría de los estudios sugieren que la cafeína, más que estimular el desempeño
de funciones cognitivas, parece más bien ayudar a mejorar el desempeño cuando
éste se ha visto afectado por una falta de sueño previa, lo cual apoyaría su
uso diurno después de una mala noche de sueño, pero no así su administración
durante la noche como un método para retrasar el sueño nocturno.
Los efectos del consumo habitual de
cafeína sobre el sueño a nivel mundial en realidad se desconocen pero algunos
estudios poblacionales sugieren que al menos se relacionan positivamente con
una alta frecuencia de somnolencia diurna19. Finalmente, es
interesante mencionar que se ha demostrado que entre el 56-78% de los
consumidores habituales de cafeína ya exhiben síntomas y signos de dependencia
(síntomas de abstinencia o de rebote), incluso con consumos tan bajos como 100
mg al día y con periodos de consumo tan cortos como 3-7 días, de manera que las
cifras reales de personas con dependencia a la cafeína se desconocen21.
El consumo de bebidas energéticas
recientemente se ha vuelto muy popular sobre todo entre los jóvenes. Se estima
que entre el 35-50% de los adolescentes y jóvenes consumen habitualmente este
tipo de bebidas en Estados Unidos22. El ingrediente principal de
estas bebidas es la cafeína, sin embargo, también contienen cantidades
tremendamente variables de otras sustancias, principalmente taurina,
endulcorantes, vitaminas y fitofármacos (algunos con acción sobre el sistema
nervioso central como la yohimbina, el guaraná y la teobromina). Sólo
recientemente se han comenzado a estudiar las consecuencias de este consumo en
la salud de los jóvenes y aún son pocos estudios que demuestren algún efecto
contundente, sin embargo, existen diversas preocupaciones en aspectos como sus
efectos cardiovasculares, conductuales, sobre el rendimiento académico, sobre
la obesidad, trastornos alimentarios, el crecimiento normal, la mineralización
ósea, el sueño, etc.22
Paralelamente se ha puesto de moda el
consumo combinado de bebidas alcohólicas y bebidas energéticas entre los
jóvenes, ya que existe la falsa creencia de que esta mezcla antagónica (bebidas
depresoras y estimulantes), neutraliza los efectos indeseables de ambas bebidas
mejorando la experiencia de consumo. Varios estudios sugieren que el consumo de
estos cocteles se relaciona con un mayor riesgo de consecuencias derivadas del
consumo de alcohol: accidentes automovilísticos, abuso sexual, agresiones, etc.23 Quizá
esto se deba a que se ha demostrado que esta combinación en efecto es capaz de
contrarrestar ciertos síntomas depresores subjetivos del alcohol, como la
somnolencia, sin embargo, no tiene ningún efecto sobre las alteraciones
fisiológicas asociadas al consumo de alcohol (incoordinación motora,
disminución de la velocidad de reacción, alteraciones del juicio, autocrítica y
evaluación del peligro, etc.), e incluso se ha observado que los efectos
indeseables de ambas bebidas (ansiedad, agitación) pueden coexistir y
potenciarse más que neutralizarse23. Respecto a sus efectos sobre el
sueño, algunos estudios han demostrado que el consumo bebidas energéticas
incrementa significativamente la frecuencia de insomnio y reducción del tiempo
total de sueño (< 4 h), así como de la presencia de somnolencia diurna
excesiva.22,23.
SUEÑO Y TABAQUISMO
Recientemente 2 estudios investigaron
el efecto del tabaquismo intenso y crónico (aprox. 20 cigarros al día por 13
años) sobre el sueño, en ambos estudios se demostró que los fumadores tienen
periodos significativamente más cortos de sueño, una latencia de sueño más
larga (tiempo que tardan en conciliar el sueño), mayor frecuencia de apneas
(pausas respiratorias) y cantidad de movimientos durante el sueño, además de
que refirieron subjetivamente una menor calidad de sueño que los no fumadores;
de forma interesante los niveles sanguíneos de nicotina se correlacionaron de
forma inversa con la duración del sueño de ondas lentas, y es interesante
mencionar que dichos efectos negativos sobre el sueño se han demostrado incluso
en fumadores pasivos24,25.
SUEÑO Y VIDA ESTUDIANTIL
Los trastornos del sueño se observan
con más frecuencia en la edad adulta y es claro que esto se incrementan
conforme aumenta la edad, lo cual se ha relacionado más con la presencia
concomitante de diversas enfermedades asociadas a la edad, que con verdaderos
cambios del proceso del sueño asociados con el envejecimiento.
Sin embargo, según algunos estudios
epidemiológicos, existe un incremento en la incidencia de trastornos del sueño
en el mundo26. Recientemente se ha puesto especial atención en la
detección de este tipo de trastornos en la población joven, especialmente en
niños y adolescentes, debido fundamentalmente a la asociación que estos
trastornos muestran con problemas de aprendizaje, bajo rendimiento escolar, así
como con distintas patologías crónicas (depresión, obesidad, diabetes,
hipertensión, adicciones, etc.).
A este respecto, una población
particularmente proclive a presentar una baja calidad de sueño, así como
trastornos del mismo son los estudiantes universitarios27. El incremento
en la demanda académica, así como de responsabilidades, tareas y actividades,
además de las circunstancias sociales y personales que rodean a esta población,
junto a una gran diversidad de conductas que pueden influir negativamente en su
calidad del sueño (estrés, privación de sueño, horarios de sueño irregulares,
periodos de ayuno, consumo de tabaco, café, bebidas energéticas, alcohol u
otras drogas, etc.), contribuyen para que un alto porcentaje de esta población
refiera una mala calidad del sueño. Por ejemplo, un estudio llevado a cabo en
estudiantes de medicina demostró una frecuencia de > 30% de alumnos que
reportaron una calidad del sueño apenas satisfactoria o mala27. En
otro estudio que incluyó estudiantes de licenciatura en enfermería se demostró
una frecuencia de insomnio de 26.7%, y una mayor frecuencia con el incremento
de la edad28.
Una encuesta en estudiantes de
farmacología demostró que más del 92% de los estudiantes referían una mala
calidad del sueño además de una elevada frecuencia de somnolencia diurna (40%),
con un 77% que reportaron un horario de sueño muy irregular29.
Estudios previos en poblaciones latinoamericanas han confirmado estas
frecuencias elevadas de mala calidad del sueño (> 50%), especialmente entre
estudiantes de licenciatura en medicina30. En nuestro país existen
muy pocos estudios al respecto pero en el estudio realizado por Lombardo y
cols., en alumnos de preparatoria, se documentó una frecuencia de hipersomnia
diurna del 27.5%, además de esto, se relacionó con una disminución del
rendimiento escolar y una mayor frecuencia de sobrepeso y obesidad31.
HIGIENE DEL SUEÑO
Las medidas de higiene del sueño son
una serie de recomendaciones acerca de conductas y hábitos deseables, así como
modificaciones de las condiciones ambientales y otros factores relacionados,
encaminados a mejorar la calidad del sueño de las personas que ya padecen de un
trastorno del sueño como el insomnio, o que pueden emplearse como medidas para
prevenir una alteración del sueño. Aunque no existe un consenso mundial acerca
de cuáles deben ser estas medidas de higiene del sueño y algunas de estas
medidas se traslapan con algunas formas de tratamiento conductual no
farmacológico, de forma general podemos considerar las siguientes (tabla 3).
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La eficacia de las medidas de higiene
del sueño como tratamiento de entidades como el insomnio se ha demostrado en
algunos estudios en los que se observa un efecto positivo al acortar su
latencia y mejorar su calidad en pacientes con insomnio. Sin embargo, debido a
que aún no se cuenta con evidencia suficiente, la Academia Americana de
Medicina del Sueño, aún no la recomienda como medida única para el manejo del
insomnio, pero sí como una importante medida adyuvante en su manejo32.
Sin embargo, más allá de sus efectos terapéuticos, en el futuro valdrá la pena
estudiar el papel de dichas medidas en la prevención de futuros trastornos del
sueño y por ende en sus consecuencias. Por el momento la evaluación de los
hábitos de higiene del sueño en las personas, por ejemplo, mediante el índice
de higiene del sueño, predice o refleja de forma excelente su calidad, por lo
que es muy utilizada en los estudios clínicos33.
CONCLUSIÓN
En la vida moderna (sobre todo en
poblaciones urbanas) el papel del sueño ha quedado relegado y el tiempo
destinado a dormir ha ido disminuyendo a lo largo de los años. Para muchos, en
el fondo el periodo de sueño es visto como una pérdida de tiempo (especialmente
entre los jóvenes). Es común que éstos consuman diversas sustancias (café,
bebidas energéticas, tabaco, alcohol, etc.) que de una u otra forma afectan la
fisiología del sueño normal. Esto, aunado a una serie de malos hábitos de sueño
(consumir café, alcohol o fumar por la noche, horarios de sueño irregulares,
malos hábitos dietéticos, sedentarismo, estudiar durante la madrugada, uso
nocturno de dispositivos tecnológicos, etc.), se ha reflejado en que un gran
porcentaje de jóvenes universitarios en todo el mundo refieran una mala calidad
del sueño. Hoy sabemos que las consecuencias de una mala calidad del sueño van
mas allá de un simple malestar, somnolencia o bajo rendimiento escolar; la
hipertensión, la obesidad, la diabetes, diversas enfermedades cardio y cerebro-vasculares,
depresión, etc., son sólo algunas de las patologías que a largo plazo se
observan con mayor frecuencia en personas con trastornos del sueño. La
importancia de la atención a los trastornos del sueño que sufren los jóvenes
radica en que la mayor parte de estos trastornos ocurren como consecuencia de
factores externos o malos hábitos, que por lo tanto son potencialmente
modificables. Todo esto debe hacernos reflexionar acerca de la importancia del
sueño como proceso fisiológico y de las medidas de higiene del sueño como una
inversión a largo plazo para prevenir enfermedades crónicas.
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