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Basic Neurobiology of Aggression
Anaheli María Vázquez Sánchez. 1*
Jessica Lara Perdomo 1
Miguel Alejandro Ríos Medina. 1
1 Universidad de las Américas, A.C. Puebla #223 Col. Roma, México, D.F.
Autor por correspondencia: * Autor por correspondencia: Anaheli María Vázquez Sánchez. E-mail:anah.vzqs@hotmail.com .
Resumen:
La agresividad no es un concepto con una definición establecida, ya que depende del contexto en el que se le asocie. Es explicada como una serie de conductas dirigidas a ocasionar un daño físico o psicológico. Algunos trastornos podrían estar relacionados directamente con una conducta agresiva. Tal es el caso de la sociopatía adquirida (los sujetos con este trastorno no pueden reconocer la emociones o sentimientos propios o ajenos), el trastorno antisocial de la personalidad (las personas con este trastorno tienen dificultad para procesar emociones) o el trastorno limítrofe de la personalidad (los sujetos sufren de una impulsividad grave e inestabilidad en las relaciones interpersonales) entre otros. Existen diferentes instrumentos para evaluar la agresividad en las personas que van desde entrevistas, observación, pruebas psicométricas, entre otros. Además de los trastornos conocidos, las diferentes sustancias que actúan en el cerebro humano también juegan un papel importante en el comportamiento agresivo. Dichas sustancias (neurotransmisores y hormonas por ejemplo) actúan en diferentes regiones como la corteza pre frontal, la sustancia negra, el área tegmental ventral, entre otros. Dentro del cerebro existen áreas relacionadas directamente con las respuestas agresivas, como el área mesolímbica, la corteza orbitofrontal y frontomedial. En estas áreas se localizan importantes estructuras relacionadas con las respuestas a estímulos que pueden llegar a producir respuestas agresivas.
Palabras clave: conducta, agresividad, neurobiología
Abstract:
The aggressiveness is not a concept with an established definition because it depends on the context which is associated. Usually the term aggressiveness is understood as a set of violent behaviors directed to cause a psychological or physical damage. Some disorders may be associated directly with an aggressive behavior. This situation is the case of the acquired sociopathy (people with this disease can’t their own or others feelings), antisocial personality disorder (people with this disease have serious problems to process emotions) or borderline personality disorder (people with this disease suffer from severe impulsivity and an instability on personal relations). There are many instruments and scales for evaluating and measuring the aggressiveness in people. They may be interviews, direct observation or psychometric tests. There are different substances that act in the human brain and play an important role in the aggressiveness in humans. These substances (neurotransmitters and hormones) act in different regions of the prefrontal cortex, the black substance and the ventral tegmental area.
Inside the brain there are some areas directly associated with the aggressive responses, such as the mesolimbic area, the orbitofrontal and the front medial cortex. In these specific areas there are situated important structures that response to stimuli and provoke aggressive behavior.
Key words: Behavior, agressive,neurobiology
Introducción
Los términos agresividad, agresión, violento o impulsivo son usados frecuentemente dentro de la vida cotidiana. Normalmente, se entiende el término en una conversación o en un texto en base al contexto en el que se coloca. De esta misma manera en la que lo utilizamos cotidianamente es como se utiliza en el área científica, ya que no existe un concepto aceptado por toda la comunidad. Las causas de la agresividad pueden ser muchas, una conducta agresiva puede tener muchas causas, ya sean internas o externas al individuo. Del mismo modo, para etiquetar una conducta como agresiva, se toma en cuenta la situación, el individuo que la lleva a cabo, la cultura, la sociedad, el nivel económico, la locación, el individuo que juzga la conducta, etc.
Por ser un término tan importante en la sociedad, se han llevado a cabo numerosos estudios e investigaciones para tratar de definir las causas de la agresividad. Todos estos estudios se han llevado a cabo desde diferentes corrientes y ciencias; por ejemplo, la medicina, la neurología, la psicología, la química, biología, etc. Debido a todo lo mencionado anteriormente, ha sido muy difícil llegar a una conclusión exacta de todos aquellos conceptos y factores que envuelven a la agresividad.
El siguiente artículo se centra en la neurología básica de la agresividad. Se resumirán algunos de los hallazgos más importantes que se saben sobre la agresividad dentro del cerebro. Es importante mencionar que hay muchas investigaciones que no están de acuerdo con otras en cuanto a las conclusiones, esto se debe a sesgos en la metodología, cambios en las variables, entre otros factores. Es por esto que en este articulo se resumirá todo aquello que sea un avance reconocido, en el cual muchas investigaciones y estudios estén de acuerdo.
Concepto de agresividad
Comenzaremos con definir el término de agresividad, para, de esta manera, poder comprender mejor todo lo que se explicara a continuación.
La agresividad es un concepto que varía dependiendo el uso que se la dará. Dentro de la comunidad científica no hay un concepto general en el que todos estén de acuerdo (Bonilla, 2011). Según la Real Academia Española (2001), la agresividad es la tendencia a actuar o responder violentamente; definiendo violento (a) como un adjetivo que se refiere a estar fuera de su natural estado, situación o modo; obrar con ímpetu y fuerza; hacer algo bruscamente, con ímpetu e intensidad extraordinarias; hacer algo contra el gusto de uno mismo, por ciertos respetos y consideraciones; genio arrebatado e impetuoso y que se deja llevar fácilmente de la ira; sentido o interpretación que se da a lo dicho o escrito: falso, torcido, fuera de lo natural; que se ejecuta contra el modo regular o fuera de razón y justicia; situación embarazosa en la que se halla alguien.
Ayuso (1999) asegura que la violencia es el resultado de una interacción de las características del individuo, ósea, la estructura cerebral, su genética o neurotransmisores, y el ambiente, refiriéndose a su infancia, familia, cultura, educación, etc. Fresán (2004) afirma esto mencionando que la conducta violenta tiene un fundamento biológico, pero también depende de la cultura y la sociedad en la que el individuo se desenvuelva. Por ejemplo, en la cultura occidental se tienen ciertas creencias y rituales que para otras culturas podrían parecer violentos.
La impulsividad es un concepto que normalmente se funde dentro de la agresividad, en muchas ocasiones se considera como lo mismo y no hay una distinción exacta que delimite los dos conceptos. Según Bonilla (2011), la impulsividad puede ser considerada como un fallo del mecanismo normal de control y reflexión sobre la conducta. Como podemos observar en el concepto que nos brinda Bonilla sobre impulsividad, es muy parecido a lo que la Real Academia Española nos muestra como violento.
Con los conceptos anteriores podemos concluir que la impulsividad es aquello que nos lleva a actuar con agresividad. Es importante aclarar que este concepto de agresividad esta definido para ser usado con animales y seres humanos. Para fines del artículo es importante crear un concepto breve y conciso de la agresividad, es por esto que nos enfocaremos en la agresividad de los seres humanos. La agresividad de los seres humanos, según Bonilla (2011) es una condición compleja explicada como una seria de conductas disruptivas dirigidas a ocasionar un daño físico hacia uno mismo, otras personas y otro tipo de objetos. En este artículo usaremos este concepto, agregándole que el daño puede ser físico o psicológico, ya que es importante mencionar que el daño psicológico también tiene un impacto en el sujeto que tiene que ser tomado en cuenta.
Es importante mencionar que la agresividad puede ser clasificada de muchas maneras, como por ejemplo el modo de agresión, los instrumentos de agresión, los actores de la conducta agresiva, entre otros (Gil, 2002). La clasificación que tiene valor heurístico mayor es la distinción entre agresividad premeditada e impulsiva, siendo la primera aquella que fue planeada y la segunda aquella que es desencadenada inmediatamente después de una provocación. En ambas existe excitación neurovegetativa, pero en la premeditada es muy baja, mientras que en la impulsiva es muy alta (Siever, 2008).
Trastornos mentales asociados con la agresividad
Existe una gran cantidad de trastornos mentales que pueden estar relacionados con la agresividad. Claramente, los estudios con personas que sufren trastornos son los que han contribuido al mismo estudio de las conductas agresivas y las estructuras cerebrales, así como sustancias, que pueden estar relacionados con las mismas. A continuación describiremos algunos de los trastornos mentales que han sido objeto de estudio desde el punto de vista de la agresividad.
Los pacientes con lesiones cerebrales que afectan predominantemente del área orbitofrontal presentan frecuentementes conductas agresivas y se le ha llamado psicopatía adquirida o secundaria. Las personas que sufren de este tipo de lesiones no pueden comportarse de manera eficaz en un mundo sociable. Son incapaces de reconocer las emociones de las personas que los rodean y no pueden comprender sus propios sentimientos. Estas personas no tienen conciencia del daño que pueden provocar sus conductas (Pelegrín, 2003).
El segundo de estos trastornos es el trastorno antisocial de la personalidad. Los sujetos que sufren de este trastorno tienen una dificultad para procesar las emociones. Raine (2000) realizo un estudio en donde constato que los sujetos con TAP presentan un 11% de reducción aproximadamente en la área frontal de su cerebro (Pelegrín, 2003).
Un tercer trastorno mental seria el trastorno limite de la personalidad. Este trastorno se caracteriza por la impulsividad grave e inestabilidad en las relaciones interpersonales, la autoimagen y la afectividad. Muestra alteración en cuatro dimensiones del modelo psicobiológico, siendo una de ellas la impulsividad-agresividad (Chávez, 2006). Se han llevado a cabo estudios con personas que padecen este trastorno y se ha encontrado que existe una activación mayor en la amígdala como respuesta a estímulos traumáticos o negativos, en comparación con personas que no sufren de este trastorno (Siever, 2008).
Dentro de la clasificación de trastornos mentales del DSM-IV, existen algunos trastornos relacionados con el control de impulsos que no se han encontrado relacionados con otra clasificación de trastornos. Al estar involucrados con el control de impulsos, es muy frecuente que se encuentren casos en los que se pueden presentar ciertos episodios agresivos.
Por ejemplo, el trastorno explosivo intermitente, en el cual la característica principal es que las personas sufren de episodios en los que no se pueden controlar los impulsos agresivos, de esta manera se da lugar a la violencia o destrucción propia, de alguien más o de algún otro objeto. Por otro lado, también se encuentra la tricotilomanía, trastorno mental caracterizado por la incapacidad de controlar el impulso de arrancarse el pelo propio (APA,1994).
La esquizofrenia también es un trastorno que se relaciona con la agresividad, se sabe que la prevalencia de conductas violentas con estos pacientes oscila entre el 40% y 50% (Fresán, 2004).
Existen muchos otros trastornos que pueden estar relacionados con la agresividad, como el retraso mental, TDAH, autismo infantil, trastorno negativista desafiante, trastorno narcisista de la personalidad, etc. Asi mismo, la conducta agresiva puede ser causada por drogas, medicamentos o condiciones médicas (Bonilla, 2011).
Escalas para evaluar la agresividad
Existen muchas maneras de medir la agresividad, algunos científicos se basan en estudios de neuroimagen, acontecimientos agresivos en la vida de la persona, escalas psicométricas, observación empírica, etc. En este apartado se mencionaran algunas de las escalas que se aplican para medir la agresividad. Esta herramienta es muy importante, ya que estas escalas se utilizan para determinar el nivel o grado de agresividad de las personas y diagnosticarlas con algún tratamiento, aunque muchas veces simplemente se hace para conocerlas.
La Escala de Agresividad Explícita (EAE), diseñada por Yudofsky y cols. es un instrumento que se aplica en la entrevista clínica e incorpora diferentes tipos de agresividad para así cuantificarla de forma objetiva (Paéz, 2002). Fue traducida al idioma español y validada por Paéz y cols., concluyéndose que la escala es útil para evaluar la agresividad.
La Escala de Agresión entre Pares (Bulling), según Cajias (2004), se aplica en adolescentes, principalmente estudiantes de secundaria, para medir el grado de agresividad entre personas de la misma edad conviviendo en un mismo ambiente. Esta escala está compuesta por cuatro sub-escalas. Las dos primeras están relacionadas a factores de riesgo como son: las conductas transgresoras de amigos y actitud de adultos sobre violencia (Sub-Escala Influencias Externas) y la actitud facilitadora y falta de manejo de la agresión (Sub-Escala Actitud Personal). Como tercer Sub-Escala, está la de Conductas Prosociales, la cual sirve para ampliar la comprensión del fenómeno aportando conductas positivas. Por último, la Sub-Escala de Conductas Agresivas, la cual se divide a su vez en tres dimensiones que son: Pelea, Intimidación y Burla. (Cajigas, 2004).
El Test de dibujo de Frustración de Rosenzweig es un test proyectivo que aplica para niños y adultos. Consta de 24 dibujos con viñetas donde aparecen 2 personas en situaciones de la vida cotidiana, en las que una persona frustra a la otra; la persona evaluada tiene que escribir en la viñeta en blanco, lo que la persona frustrada le contestaría a la otra y después se le pide que lo lea en voz alta, para poder tomar nota del tono de voz que utiliza en cada situación. Con este test, se pretende determinar la tolerancia y así mismo las reacciones agresivas que se tienen ante situaciones frustrantes (Sarlé, 2009).
El test de Rorschach, que también es un test proyectivo, se usa para medir el funcionamiento de la personal y de esta manera se pueden observar comportamientos agresivos. Se trata de hacer que la persona, por medio de 10 láminas de manchas, de su interpretación de cada una de ellas y la persona que lo aplica, sepa darle la correcta interpretación a lo que éste dice (Sarlé, 2009).
En la Escala de Hostilidad de Cook & Medley, se mide la relación entre la hostilidad y problemas cardiovasculares, su origen y su importancia para el estudio de los factores psicológicos en el origen de las enfermedades cardio-coronarias, por medio de pruebas psicométricas (Sirlopu, 1996). Esto contribuye al estudio de la agresividad, ya que la hostilidad está relacionada con rasgos como la hostilidad.
Así como estos tests, hay muchos otros para medir rasgos de agresividad en una persona de distintas formas. De manera intuitiva existen: la escala de hostilidad de Iowa, la escala de hostilidad de Cook y Medley, la escala de hostilidad manifiesta, la escala de hostilidad de Sarason y el cuestionario de agresión y hostilidad de Green y Stacey. De manera empírica: la escala de agresión y hostilidad de Schultz, la escala de agresividad de Zaks y Walter y la escala de agresividad sobre controlada. Y por último, los instrumentos desarrollados de manera teórica: la escala de necesidad de agresión, el cuestionario de dirección de hostilidad y el inventario Buss-Durkee (Ardouin, 2001).
Neurotransmisores y hormonas involucradas en la agresividad
Existen tres neurotransmisores que juegan un papel muy importante en la regulación de las conductas agresivas, los cuales son la dopamina, la noradrenalina y la serotonina (Ayuso, 1999).
La serotonina actúa como facilitador en las regiones de la corteza prefrontal del cerebro Siever (2008). Gil (2002) asegura que muchos estudios han demostrado que las conductas agresivas se asocian con la disminución de la actividad de las neuronas de serotonina. Así mismo, se han hecho estudios en ratones en los cuales se les extirpa el gen receptor de serotonina 5-HT₁ᵇ y al colocarlos con ratones naturales, se podía notar claramente que los ratones con el receptor extirpado mostraban conductas más violentas y agresivas. Siever (2008) afirma que estos modelos están respaldados por estudios que han demostrado que los inhibidores de recaptura de la serotonina reducen la agresividad impulsiva.
La serotonina tiene un efecto inhibitorio en la dopamina, lo cual causa que una disminución de la actividad serotoninérgica aumente la actividad dopaminérgica (Gil, 2002). La dopamina se encuentra principalmente en la sustancia negra, en la invervación del estriado, el area tegmental ventral, el acumbens y el frontal (Díaz, 2008).
La noradrenalina es otro neurotransmisor que se encuentra implicado en las conductas agresivas de los seres humanos. Se han hecho estudios en los que se disminuye la actividad noradenérgica con clonidina, y al mismo tiempo se reducen las conductas agresivas también (Díaz, 2008).
Además de los neurotransmisores, también existe la hipótesis de que las hormonas juegan un papel importante en la regulación de la agresividad. Moya-Albiol (2010), tras realizar un amplio estudio del tema, concluyó que la relación entre hormonas y agresión es recíproca y bidireccional, ósea, que un cambio en los niveles de hormonas provoca conductas agresivas, mientras que las conductas agresivas pueden provocar un cambio en los niveles de hormonas.
Ramírez (2006) asegura que los andrógenos producen un aumento en el enfado y en la tendencia a la agresividad. Por otro lado, afirma que el incremento en la testosterona aumenta el nivel de conductas agresivas, lo cual se puede apreciar claramente en el comportamiento de los pubertos, etapa en la cual existe un aumento de niveles hormonales.
El funcionamiento del cerebro en la agresividad
A continuación se muestra un esquema del cerebro, en donde se muestran las partes más importantes del cerebro. La agresividad se relaciona específicamente con el hipocampo, el hipotálamo, la amígdala y el lóbulo frontal.
Recuperada de Bonet (2008)
Existe un sin número de estudios e investigaciones que señalan que la parte del cerebro que está totalmente relacionada con la agresividad es la parte frontal.
Bonilla (2011) afirma que existen dos áreas relacionadas con la respuesta agresiva de un individuo. La primera en la mesolímbica (activan la respuesta agresiva) y la segunda es la corteza orbitofrontal y frontomedial (inhiben la respuesta agresiva). Contribuyendo a esta aportación, Díaz (2008), menciona que dentro del sistema límbico existen varias estructuras bien delimitadas que cuentan con muchas conexiones entre ellas, muchas de estas estructuras han demostrado jugar un papel importante en el control de impulsos y la agresividad.
El hipotálamo, estructura que se encuentra dentro del sistema límbico, es la encargada de la coordinación de la expresión periférica del estado emocional (Bonilla, 2011). En esta estructura se encuentran los receptores que registran cambios de parámetros internos y la activación de redes neuronales que generan atributos afectivos ante un estimulo percibido (Díaz, 2008). Estos atributos afectivos son diferentes para cada estimulo, es por esto que no todos los estímulos provocan conductas agresivas.
La amígdala, estructura que también se encuentra dentro del sistema límbico, encargada, entre otras cosas, del procesamiento de información del individuo puede estar involucrada en la agresividad, ya que se ha demostrado que cuando es estimulada eléctricamente produce conductas agresivas (Díaz, 2008). La oxitocina reduce la actividad de la amígdala en los seres humanos, por lo tanto un déficit de esta misma puede contribuir a conductas hostiles y agresivas (Siever, 2008). Por otro lado, Bonilla (2011) asegura que la amígdala interviene en la expresión somática de la emoción, por lo tanto, por medio de esta podemos expresar lo que sentimos a través de nuestro cuerpo y es la encargada, a través del procesamiento de información, de preparar al individuo para lucha o huir ante ciertos estímulos; es por esta razón que está vinculada con las conductas agresivas.
Castro (2007) asegura que Guido Frank, importante científico de la Universidad de California, realizó un estudio con adolescentes en los que se notaba una conducta agresiva persistente, pero que no tenían ningún trastorno de la personalidad u otro que diera lugar a conductas agresivas. En este estudio, se registro mayor actividad en la amígdala al ser expuestos a un estimulo violento y menor actividad en el lóbulo frontal, el cual es una parte del cerebro que está relacionada con la toma de decisiones y el auto-control. Está investigación es muy importante, ya que es de los pocos estudios que se han llevado a cabo con personas que no tienen trastornos que influyan en sus conductas agresivas, o que las determinen.
Por otro lado, Cuevas (2007) menciona que Adrian Raine, neurocientífico de la Universidad de Pensilvania, llevó a cabo un estudio con asesinos y con personas con comportamientos normalizados; descubriendo así que el área de la corteza prefrontal se encuentra disminuida en los asesinos, mientras que en el resto de las personas su tamaño es mayor.
Discusión
Después de haber explorado toda la parte neuroquímica de la agresividad, queda claro que es una función del ser humano bastante compleja, que involucra muchos factores y que no se puede explicar desde una perspectiva únicamente. La agresividad puede ser considerada una función del ser humano, ya que muchas veces le es útil para defenderse o para enfrentarse a ciertos estresores. El problema es cuando se sale de control, cuando los estímulos que provocan agresión en el individuo se generalizan. Para considerar a una persona como agresiva, es importante tomar en cuenta su personalidad, su entorno, cultura, ambiente, educación; pero, lo más importante para llevar a cabo una conducta agresiva es la interpretación que esta persona da a los estímulos que lo rodean, lo cual está también influido por lo que se mencionó anteriormente.
Un factor que se debe de tomar en cuenta son las lesiones cerebrales, sobre todo en las estructuras que se analizaron en el artículo, así como las fallas en la producción de ciertos neurotransmisores u hormonas, que también se mencionaron anteriormente.
Refiriéndose al hecho de que en las personas agresivas se encuentra una disminución en la actividad del lóbulo frontal, amígdala, etc. resultaría interesante abrir una línea de investigación que determinara si las conductas agresivas causan esta disminución, o si esta disminución causa las conductas agresivas y porque se genera. Otra línea de estudio que resultaría importante, seria analizar cuáles son los factores que tienen todos los trastornos que involucran agresividad para así poder ampliar el panorama tan estrecho que se tiene sobre la neurología de la agresividad y sobre el conocimiento de la agresividad en general.
También, se debe de considerar que las escalas expresadas en los artículos miden únicamente ciertos aspectos o dimensiones de la agresividad, cada una cuenta con un criterio específico que arrojara resultado delimitados sobre el amplio tema que involucra la agresividad.
Finalmente, reiteramos que el artículo muestra un pequeño panorama general de las bases biológicas de la agresividad y algunos aspectos importantes de este término, existe información mucho más profunda al respecto.
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